martes, 23 de enero de 2018

A LOS 13 HIJOS ENCONTRADOS EN CAUTIVERIO

  1. Un nuevo sismo se inclina frente al mar de sufrimiento y lloran las claraboyas con silbidos domésticos y el sótano abierto como la boca desparramada de un cráter supura delante de los ojos atónito de niños desnutridos. Cállense los odiosos que mienten. No mendigan las ortigas sus picantes molestias de agujas verdes. Ya no hay triunfo en la pena y no confunden el coraje los que mantienen  atados a sus hijos en los hierros candentes de un espacio umbroso y sucio. Locos como espartanos sedientos de sangre, como filisteos en guerra contra huestes lejanas y confusas. Los niños que ya crecieron en el olvido y el destierro son sus hijos. La locura impuesta a un rito satánico y demencial, descubiertos apenas por la magia del dolor de una cuasi mujer. Tan desnutrida y patética como fantasma, como leyenda de pueblo desértico e impreciso.
            Allí fueron encontrados, como rebaño de bestias, ofendiendo la palabra de  humanos de esos progenitores que deben salpicar con sangre las heridas abiertas de los niños-hombres y mujeres olvidados y perdidos. Tiembla la tierra sobre los excrementos de los derrotados. ¿Dónde y cómo se puede perdonar tanto castigo?   


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