Sedienta entre los prados de otoño
Caminante sublime de las nubes
Arrogante estrella fugaz de la distancia
Mineral oculto, sustituto de astillas ígneas
Voy atrevida en el camino, sedienta.
Las mejillas con virtudes marcadas como agujas
Los pies incendiados de misterio
Sigo un derrotero de espinas azulosas
Marcando el desierto agorero de tiniebla
Sedienta estoy, detestando el dolor que me acompaña
Una candela aflora en el surco de mi frente
Es luz y armonía silenciosa.
Miríada de escarcha y vino derramado
En los manteles de lienzo blanco de la aurora.
Estamos sedientas de anuncios victoriosos.
La guerra ha terminado, es un cadáver que regresa
Año a año, regresa el color primigenio de la vida
Largas noche de espera y de silencio.
Florece en la campiña el esplendor de las espigas
Frutecen los almendros y nogales sabrosos.
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