Y yo seguí tus pasos de arena, como el ave que busca el
alimento para llenar el cosmos de imágenes azules; mis tiempos se alargaban en
tu boca, para adornar con besos mi
silencio y así volver a darte mi persona. Se que en la pared de azúcar está tu
sombra atrapando mis sueños y mi alma. Pared de terciopelo y oropelas que la
llave de tus ojos, me abrirían. El desván, donde duerme el arrullo de la
espera. Un capullo de sonrisas empolvado de recuerdos celestes.
Y sé que volveré a ser rosa en la mañana. Con mis manos de
pétalo de nácar y mis ojos húmedos de cielo. Húmedos de recuerdo y de besos.
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