Y yo camino descalza sobre la hierba, como sonámbula en una
perenne caminata entre los tréboles húmedos.
Y dejo mis pisadas como huellas de sangre en los pétalos
del amanecer cuajados de rocío, como lágrimas de espuma y rayos de sol.
Y dejo mis manos quietas acariciándote en una despedida,
tras el cristal de tu mirada de ayer.
Y te extraño como al agua del manantial donde abrevan las
grullas en su viaje al horizonte.
Y te anuncio mis destellos de arco iris en medio de la
noche oscura donde no hay sino ojos azules que nos espían.
Y recuerdo que me esforcé en recolectar el néctar de cada
nardo que floreció en la nieve.
Pero: ¿Tú, me recuerdas en los sueños de invierno y de
verano? O sólo escucharás las sirenas entre las olas del mar bravo.
Y yo seguiré el camino entre las gradas del odeón para que
veas a las musas alentándome a escribir un verso.
Y yo seré fiel al silencio de las gaitas y del arpa antigua
que duerme entre las nubes doradas. Seré yo misma, sin afeites ni togas, sólo
descalza caminando entre los pétalos húmedos del tedio.
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