Así podrían quedar hojas en blanco
nuestros labios en mudo sortilegio
pero mis brazos
y tus brazos se ajustan a las sombras
buscando el surco donde nace el almíbar
la carne desplazada en la cumbre de la puerta
el músculo sonriente
para imbricar el embrujo palpitante de tus ojos
con un lazo de ébano astillando la tierra
mi cuerpo mi tierra edén dormido
que se estremece con la música del viento
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