La Fidela Quispe tiene
un puesto de flores junto al monumento de Fray Luis Beltrán. El Tajamar está
siempre lleno de agua color café con leche y ella se agacha para rociar las
flores con el agua musical. Con su pollera multicolor desparrama alegría. Junto
a su puesto de flores hay uno, de un tal “Mismicho Cosque”. El hombre es
silencioso y de muy mal carácter. Siempre pelea por todo y en especial
desprecia a las mujeres. La
Fidela ni le habla y eso lo saca de quicio. Su kiosco está
siempre lleno de clientas que compran en el mercado “La Pirámide” y lleva buen
dinero a su casa. Una tarde de zonda, la Fidela por sacarle las espinas a unas rosas se provoca
un tremendo corte en la mano derecha. Cuando va a meter la herida en la acequia
para lavarse la sangre, el hombre se arrodilla y con fiereza lo impide. La
mujer asombrada no sabe qué decirle. Él, corre a su chata y la empuja para que
suba. La lleva al hospital donde le ponen varios puntos. Ahora el puesto de
flores es el doble y luce en su espalda, la Fidela, un niño igualito al Mismicho Cosque.
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