Nino comenzó a escudriñar entre los trastos del abuelo Ángel. Encontró el viejo sombrero de fieltro, la pipa fiel amiga de los labios de anciano y la chaqueta raída de lana y se la puso. El olor lo confundió y cerró un minuto los ojos y su mano tropezó con un objeto de madera suave y pulida. Sus dedos lo recorrieron y sintió el frío del metal que por su redondez le recordó la antigua escopeta del "nonno". Sonrió rememorando cuando lo seguía y volvió a tocar la curva del gélido metal que se alargaba con su fina estructura, pensó en las innumerables veces que juntos atravesaron el bosque tras un conejo o una liebre asustada. Recordó la pícara mirada del anciano y volvió a sonreir.¡ Siempre conseguía que el pequeño animal escapara!. Cuando abrió los ojos en la semipenumbra comprendió que sus de dos acariciaban el paraguas roto y ya sin la negra seda que usaba el abuelo Ángel cuando lo buscaba en la escuela y una lágrima cayó sobre el arcón antiguo. Lo cerró y se despidió de viejo y amado amigo...su abuelo.
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