lunes, 9 de mayo de 2016

UN ÁNGEL DILUIDO EN EL AIRE


EL ÁNGEL DILUIDO TRAS EL AMANECER.

            No es fácil ser un Ángel. El ángel suspiró y un millón de luciérnagas escaparon de sus labios de pulpa de damasco. Se miró reflejado en el charco plateado de la fuente. Ya no era un niño. Se deslizó por el césped y era una mariposa de escarcha engarzada en hilos de rocío planetario. En el tiempo infinito de los ángeles había transcurrido un instante y se volvió a mirar. Con los ojos abiertos parecía más fácil. El perfil de su cuerpo semejaba la costa sinuosa de un río sereno de los llanos en flor. No pudo esconder el plumón rebelde de su ala izquierda...esa que tremolaba cuando veía a la ninfa de mármol blanco de la fuente. Sintió con estupor un hálito caliente. Volvió a suspirar y salieron volando de sus labios tibios, pétalos de flores de color amarillo...amarillo pálido y fuerte, casi anaranjados con perfume a lilas. ¡ No era fácil crecer! y menos siendo un ángel. Se alejó un buen trecho de la fuente y el murmullo de agua despertó sus oídos dormilones. Soñó un siglo de estrellas...de planetas...y trepó por la hilera de helechos y rosas. Se hamacó sobre las ramas del roble sin temor a caerse. Espió nuevamente su imagen en el agua. Tomó la frágil figura del espejo húmedo y se le escapó en aliento de palomas...en bandadas de apretado plumajes salieron volando y se perdieron en la noche.

                        Sorprendido vio que un rayo de luna anaranjado-violeta, se coló entre dos nubes indolentes y quietas y...se miró la cintura y comprendió que el rayo se transformaba en un arco-iris que estalló en mil gemas. Cayendo entre la grava como pepitas de oro. De pronto vio también que la ninfa comenzaba a moverse y le brotaban flores de su piel nacarada. Pétalos de terciopelo y jade. Su cabellera oscura crecía como algas alrededor de sus senos de seda. Estiraba los brazos y sus manos se alzaban hacia donde él estaba. El mármol se desgajaba y sus ojos glaucos iban tomando color de azabache caliente. Saltó a otra rama del inmenso roble y se escondió un poco. Tuvo miedo. Sus plumas y su túnica destellaban en luces de colores. Se quedó preocupado. ¿ Qué pasión transformaba su ser angélico en un vulgar humano?

                        A lo lejos se escuchó el imperceptible gorjeo de una alondra. Un manto azul-violeta cubrió el parque y la fuente. Las rosas comenzaron a exhalar aromas penetrantes y cayeron mil pétalos sobre el césped. El ángel se volvió a reflejar en el charco. Vio que se iba trasfundiendo, ya no tenía una forma corpórea y sus ojos huecos ya no veían la ninfa, ni las rosas, ni el agua. Después bajó del alto refugio y por donde caminaba, su pie dejaba flores de jacintos, narcisos y tulipanes blancos. Quiso acercarse  a la fuente y tropezó con algo...era un trozo de arco-iris de cristales brillantes. Se elevó lentamente en tiempo de serafines y querubines. Soñó un rato con volver a ser el ángel niño de hace mil años...y se sumó a las gotas de rocío del parque.

                                   Un rayito de sol comenzó a dorar el mármol de la fuente. Algo había cambiado...la ninfa tenía entre los brazos el cuerpo adolescente de un ángel que luchaba por desprenderse del abrazo pétreo. Cada lágrima del seráfico muchacho, caía al agua transformada en un pez de colores que envuelto en escamas nacaradas, escapaba entre los nenúfares como perseguido por un ser fantástico. El parque había cambiado esa mañana ...¡ tanto...que sorprendida la gente que habitaba la casa, hablaba quedo de tan raro milagro!

                                   ¡ Milagro... ese ángel tratando de escaparse?¡Milagro que un puñado de plumones blancos...esparcidos volaran entre las flores nuevas! ...Milagro tal vez, que nadie hubiera escuchado el sollozo de una ninfa de mármol.

                                   ¡ Es difícil crecer cuando se nace ángel!

 

                                                                       MENDOZA - 21 - 8 - 99.

 

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