lunes, 29 de mayo de 2017

A MI HERMANA NENÉ

REBELDÍA EN MAYO

Las violetas aun no florecen y es el final de mayo.

Los nardos inmutables no entregan su bello aroma dulzón.

La distancia despierta el silencio de la cámara oscura.

El llanto escapa conmovido en la espera, el laberinto etéreo

se deshilacha en lamentos verdes sin esperanza.

Tu memoria anula los albores soleados que intentan abrazarme.

La nostalgia es como una espina que penetra la carne dolorida.

La mirada de ojos secos no encuentra otro camino. Ciega

cual ave que peregrina en la noche de tu historia breve.

La calle empedrada de látigos y palabras quejumbrosas

derrama pisadas inútiles que buscan la azarosa mano quieta.

¿Qué resta de tu risa y las charadas juveniles en el nido seco?

Nada falta, nada queda. Tu piel azulada y suave debe estallar

en la triste oscuridad de tu sepulcro. Cayó una rosa blanca

sobre la almohada de mi dolor infinito y expectante. Rezo.





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