miércoles, 31 de mayo de 2017

ANA FRANK


            DESDE EL AIRE… ANA

            Se elevó sobre Amsterdan y voló por calles y canales. De pronto recordó una en especial, donde su padre tenía la casa. Curioseó. Todo estaba diferente. Siguió volando.
            Luego se acercó a la antigua escuela donde con Lies y Nanette jugaban y leían novelas de misterio. No reconoció ni la fachada ni el resto del edificio. ¡Bueno, es normal, después de tanto tiempo! Pero encontró la fábrica y el edificio donde pasó dos años escondida. Recordó al Doctor Dussell y Miep con su pequeño envoltorio con comida para ellos. ¡Las palabras cruzadas que borró en una tarde para que el viejo cascarrabias se calmara! Tener que dormir en ese lugar junto al ronquido y ella, niña pudorosa, aceptar en silencio esos momentos! Siguió volando.
            Está bonita Holanda en estos días, pensó. A la distancia vio dos manos que saludaban. Le pareció que dos ancianas movían con dificultad los brazos para llamar su atención. ¡Sí, son Lies y Nanette Blitz… que viejas están! ¿Cómo no encuentro a Peter? ¿Se habrá muerto? Ya no tengo ganas de volar.

            Es tiempo que regrese. Estoy, dicen, en Bergen-Belsen, pero en verdad estoy en el corazón de cada niña perseguida en el mundo. Qué suerte yo nunca seré vieja. Soy Ana Frank, y tendré siempre quince años.

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