miércoles, 31 de mayo de 2017

CUENTO CORTO

ATRAPADOS

            El reloj marcaba sin descanso el paso de las horas, Pablo trató de detener la vista en un árbol retorcido en la orilla del camino. El tren cada vez con mayor velocidad dejaba atrás todo lo que podía ser vida en colores de verano. Derrotado. Sintió un dolor siniestro en la espalda que pesaba toneladas. Su mochila y pertrechos pesaban.

                Parecían huestes en cacería humana. Un soldado tras otro se quejaba por el triste destino. Yo no quiero ser guerrero. Mis manos labriegas roturan la tierra y cosechan el trigo. ¿Qué hago así, disfrazado de muerte? A su lado otro muchacho acomodaba su ignorancia de armas y destino. Levantó la vista del ventanuco y sacó del bolsillo su armónica y comenzó a sonar una antigua música campestre. El sopor se disipó en los reclutas y comenzaron a corear la sonatina. El aire se llenó de alegría juvenil. A lo lejos, se comenzaba a ver humo de los incendios. Pero ignoraron las señales.
                Los sobrecogió un ruido contundente sobre sus cabezas. Eran aviones del enemigo que bombardeaban el convoy de vagones atestados de soldados.





                                                                                                                   

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