viernes, 18 de enero de 2019

CUENTO INFANTIL


Te voy a contar la historia de una niña que se llamaba Regina. Era muy, muy mimosa. Su abuela le contaba cuentos, le hacía milanesas con puré y le compraba juguetes. Pero Regina nunca estaba feliz.
         Un día el cielo apareció gris y lleno de nubes oscuras. Presagiaba una tormenta y hacía mucho frío. La niña, no quiso ir a la escuela. Su mamá y su papá que trabajaban todo el día, tuvieron que llevarla a la casa de la abuela para que no se quedara sola en la casa.
         Aprovechando que estaban juntas, la abuela la invitó a jugar a cocinar masitas de chocolate y coco. Regina se encaprichó y sólo quería ver televisión. La abuela la dejó en el comedor mirando un programa infantil, pero el sueño la ganó y se quedó dormida. Así comenzó a soñar.
         Regina soñó que se elevaba en las alas de un pájaro enorme de pico afilado y garras de acero. Volaba tan alto en el cielo, que desde ese lugar podía ver la cumbre de la montaña, los enormes ríos que desaguaban en las plantaciones de los valles y hasta un azul lago rodeado de pinos.
         El sol le hacía cosquillas en la cara y escuchaba el relincho de caballos salvajes. Jugó con cachorros de perros y pequeñas cabritas. Juntó mariposas y escarabajos azules. Nadó en un arroyo de agua dulce y tibia. Seguía volando por entre las nubes. En un rincón, inventó un huerto con manzanas gigantes, aves con pelos, árboles de color celeste y gatos con plumas de color rosado.
         Caminó por las hojas de una palmera de cartón y se vistió con una capa de azúcar amarilla. 
         Regina estaba muy feliz. Reía y reía entre las enormes plumas de las alas del ave. Pero... de pronto sintió un rugido tan fuerte que la despertó. Era un trueno que anunciaba la lluvia. Un tremendo chaparrón desdibujó el jardín.
         Una taza de chocolate caliente con galletas dulces, le hizo despabilarse. Los brazos amorosos de la abuela, fueron el refugio de su temor a las tormentas.
         Ya siendo noche llegaron sus padres a buscarla. La abuela estaba un poco triste. Regina, sólo hablaba de su aventura en el sueño. La pequeña le prometió que otro día vendría, pero sólo para volver a soñar como ese día. ¡Así conocerá los hermosos cuentos que inventa y la abuela le hará ricas galletas!
        

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