viernes, 18 de enero de 2019

OTRA VEZ LAS LLAMAS.




Un fuego arrancaba el núcleo inclemente del matorral, nada puede aplacar su furia. El rojo aparatoso del incendio me coloreaba la piel y con todo lo que teníamos tratamos de apagar el furor de las llamas.
Los animales quedaron atrapados entre el río y el siniestro que avanzaba como potro desbocado entre los matorrales. Inesperadamente, un viento cambió la dirección de las flamas y se fue hacia el pantano, las aguas cenagosas comenzaron a hervir y medio chamuscados fueron apareciendo algunos animales y bestias cenicientas. Así salvamos el parque natural.


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