martes, 4 de junio de 2019

VEJEZ



Silvano se sentía un ganador. Con sus maestrías y nivel educativo, había logrado tener un lugar muy afortunado dentro de la comunidad. Era un hombre exitoso. Listo y de buen porte, con capacidad deportiva, logró llegar al puesto más importante dentro de su trabajo. Ser gerente general de una empresa naviera era muy bueno.
Conoció a Amarilis en un congreso en Costa Rica, ella era sobria, callada y muy señorial. De conducta refinada, como le agradaban las mujeres, pero vivía en otro país, y eso era un impedimento para verla. Igual se las ingenió para a través de una nutrida correspondencia acercarse y tras un tiempo breve, le ofreció matrimonio. Ella aceptó y viajaron de luna de miel a España. Fue una hermosa época para Silvano. Amarilis, en un corto viaje a Costa Rica adquirió una enfermedad que la tuvo grave. No pudo tener hijos y eso los hizo ser muy compañeros. Paseaban por las playas de Uruguay y brasil, por Europa y Miami. Pero se fue desmejorando hasta que ya no pudieron salir de la ciudad y ella se despidió con un tierno abrazo. Silvano, no lograba superar su soledad. Extrañaba los conciertos compartidos y las lecturas comentadas de los últimos tiempos. La casa se transformó en una tumba llena de recuerdos. A él, le había llegado la jubilación. Hicieron sus compañeros y amigos de la empresa una hermosa fiesta d e despedida. Con una medalla que podría colgarse junto al reloj de oro de su abuelo que colgaba en su pecho desde un bolsillo del chaleco, pero la puso sobre la almohada donde había quedado impresa la figura de la cabeza de su amada Amarilis.
Pasó el tiempo y los silencios se fueron agigantando. Una nube bloqueó sus sueños, el insomnio alargaba las horas sin permiso. Un día no pudo caminar y llamó a un amigo. Anciano amable le aconsejó ir aun geriátrico. Y allá fue, dejando su casa cerrada a los ensueños. A la vida la dejó pasar quedando en la más profunda soledad. Amarilis era lo único que su memoria tenía presente en la palabra.
Soñó cada noche con ella, cada mañana con ella, cada hora con ella. Y cerró para siempre el corazón a los otros recuerdos.
“Con esos sueños de los viejos asilados en sus recuerdos y que esperan que alguien les envíe algo mas que notas comerciales.”


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