Crisálida de oro la esperanza
Amuleto lúcido en su misterio de mitología
Excéntrico milagro de un tiempo de guardia
En las mazmorras pétreas del presente
El olvido se pierde en la tarde pionera de estrellas
Se mueven las quejas de los sueños y el ruido del agua
En la fuente perpetua del jardín de las rosas.
Ya no he de cabalgar con la garganta seca, húmeda en lágrimas
En la piel silvestre del ocaso. La espera será corta.
Se abrirá el capullo y volará gloriosa con alas de seda
Una enorme mariposa de azafrán y turquesa.
Mística la mirada puesta en el paraíso
El mármol blanco envolviendo la arena del desierto
Una flor azul- oro, como cielo soleado, caliente maravilla.
Una mujer de negro, un hombre de blanco. Arrebol en las luces
Entre las dunas de envolvente tierra, albero que se abanica
Para distraer el tiempo que vuela en la ciudad dorada.
No comprendo la trayectoria de un país salido de un cuento de Las Mil y una Noche. Todo el mármol, el nácar, el oro, la arena y el artificio en medio del desierto. Me sorprende a pesar del poco tiempo que viajé entre dunas y mezquitas hermosas.
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