jueves, 3 de noviembre de 2022

HISTORIA DE UNA MUJER

 

¡La mesa está servida! Me enteré esta mañana de algo importante. Sí, si, te escucho. Me pueden interrumpir, por supuesto. ¡Ah, es que vino Martín esta noche! No sabía que había vuelto. ¿Cómo le fue en el viaje, ganó el torneo? Me imagino lo felices que estarán sus padres. Y vos, claro. No, servite tranquilo viejo, hay más. Hoy hice un puchero grande y guardé una parte en el congelador para después. También cociné estofado para varios días y amasé fideos y lasaña de carne y verdura. ¿Te gusta el pastel de papas? Ya dejé para por lo menos un mes y medio en el freezer. No, no lloro. Y bueno, si estoy llorando un poco… por todo lo que ustedes han logrado en estos años, y vos viejo, tu ascenso en la fábrica y Jorgelina en la facultad que le falta tan sólo la tesina.

Lloro por todo lo que Leopoldo ha ganado en estos años en la empresa y que yo no he podido ni siquiera ir a conocer Mar del Plata, ni pude ir a ver el ballet o salir a bailar a un “boliche” y porque nunca terminé besando a un hombre como Delon o Bratt Pitt o La Port, lloro por las joyas que miré mil veces en las vidrieras y no pude comprar, o en los viajes que soñé hacer a oriente o a Europa. Lloro, sí, ¿y qué? ¿Acaso no tengo derecho a llorar por el futuro? Ya lloré mucho en el pasado. ¡Por favor no atiendas el timbre que suena! Debe ser el tintorero que trae el vestido azul que mandé a limpiar, ese que te gustaba tanto cuando nos pusimos de novios. Pronto, seguro lo voy a usar.

¡Gracias por darme tu pañuelo! ¡OH, está roto, traeme el costurero Jorgelina, así lo remiendo! ¿Este es el pañuelo de tu papá? Está gastado. Sí, yo también más que gastada estoy rota. Hoy me llamaron del laboratorio y me dijo la secretaria que… me estoy muriendo, la biopsia dice: “Cáncer terminal” en el útero,  con metástasis en hígado. Por eso he hecho las cosas para ustedes. Viejo, por favor, pasame la sal. ¡Gracias!

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