" Te recuerdo como eras en el último otoño"
Pablo Neruda.
QUERIDO...
Te
recuerdo como eras en el último otoño. Delgado hasta el asombro, de estatura
media, siempre nervioso tratando de ser el más compuesto. Sólido en el
pensamiento para enfrentar las tormentas que la vida te asestó injustamente.
Te
veo parado junto a la gran puerta de casa a tiempo para salir al instituto
donde te educabas. Allí con la suave curvatura de tu mandíbula, como queriendo
aparentar ser más fuerte aun de lo que tú eres realmente. Tu mirada inquieta,
las manos nerviosas buscando en tus bolsillos quién sabe qué objeto que creías
haber olvidado. El cabello muy corto para esconder la rebelde hirsutez, que
heredaste de la abuela paterna y que daría motivo para chanzas entre los
muchachos o quejas entre tus maestros. ¡ Cuando eras niño, a veces, caía por
tus hombros como una cascada de crines claras! Con el tiempo el pelo se fue
oscureciendo y te dio un aire más duro. Pero nunca fuiste ni serás duro. Eso lo
sé.
Te
sigo imaginando como ese día en que me llamaste para decirme que habías tomado
la determinación de seguir la carrera que hoy te hace un hombre público. ¡ Qué
alegría y qué pena, con ella te perdía! Es verdad que lejos de nuestro pequeño
mundo mágico, cambiarías mucho. Tu madurez de hoy, es en verdad, el producto de
la separación del nido que habíamos construido con tu padre. Pero los pájaros
acercan a sus pichones a la orilla del nido para que echen a volar cuando ha llegado
el tiempo. Nosotros debíamos hacer lo que la vida exige. El amor es otra cosa.
El amor persevera y marca. Tal vez por esa causa, hoy padeces persecución en
quienes no conocen la `verdad´ de tu ser interior.
El
instinto me dice que podrás superar la desdicha. Muchos hombres fueron
malogrados por la ignorancia y la maledicencia. Fuiste justo. Creaste un
círculo de hierro entre la maldad de `ellos´ y tu gente. Es posible que nadie
pueda explicarse la razón que te obligó a ser tan leal a tus principios. Yo sí.
Sé, la clase de humano que atravesó la puerta más íntima de mi ser. Mi corazón
late entre cada suspiro que sale de tus labios. La vida en prisión es dura,
pero la libertad está en nuestra mente. Tú serás libre, siempre que sientas que
has cumplido con la ley más importante, la de la verdad.
Por
todo eso, hijo, cuando te vi en el noticiero esposado, con una rueda de gente
de seguridad que no te permitía caminar, los reporteros ahogando el poco aire
que podías respirar, sentí que en tu mirada triste no había sino dolor por
nosotros. ¡ Calma! Estamos bien y te queremos. El tiempo dirá la verdad. Aun
hay gente que cree que Jesús era un bandolero..., un traidor que trataba de
sublevar al pueblo. Tú, seguirás siendo nuestro orgullo. Tu familia tendrá en
nuestra casa el refugio que esperas para ellos.
Ya
verás que este otoño cuando el parque se cubra de colores...brillará la
esperanza en tu vida y en la nuestra. Confía amor, confía. Los hombres no
pueden ser tan necios. Si lo fueran, no querría vivir hasta otro invierno.
Tu
madre que te ama.
Soy la hermana de una amiga de tu prima Rosita Brunetti. Me dio tu teléfono pero me da siempre ocupado. Soy muy torpe con las nuevas tecnologías. Me gustó mucho tu cuento, así como otro, "Cuento súper breve", pero mi comentario desapareció. Confío en que algún día pueda hacerte una mejor devolución de lo poco que tuve la suerte de leer de tu producción. Un abrazo.
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