POEMA 256
No hay magia en
la vereda de la ciudad sin nombre.
Los refugiados
del odio se esconden entre la bruma.
Pecan los
hombres soberbios mirando al contraluz.
La noche miente
sabores de luna vieja y aliento a mandarina.
No hay magia en
la ciudad sin nombre.
Hay refugiados
del odio que se esconden entre los escombros.
Pecado de los
hombres soberbios que dominan.
Mirando al
contraluz nos vigilan fantasmas despiadados.
La noche miente
sabores de luna vieja y aliento a mandarina.
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