Me pregunto
¿Dónde quedó el jolgorio de piernas
movedizas, y
el sonido granate del viento que
eternizaba
los álamos dorados?
Una muchedumbre ruidosa
deslizaba su ira.
Ayer con la horquilla o el tridente
dominaron las raíces
se cortó el aire cálido del alma
con un cordón de plata
floreció en llovizna de palabras de
odio
que pronunciaron los fantasmas
ciudadanos.
Nadie queda en la calle solitaria.
Un panfleto, una bandera
una esquina sin nombre en el
desierto
pasiones.
Nadie, no quedó nadie.
Sin embargo somos prisioneros de
los sueños
derrotados.
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