Batirme en retirada de este amor
desprovisto de ternura
en que tus ojos fueron dos océanos
muertos
en sumergirme en un cofre de
inviernos olvidados
y mis brazos transformados en
mortajas quedando
en el cielo en la ciudad de piedra, ofuscada de
ruidos
mirando la luna en un aljibe de incienso
sobre tus manos jóvenes encontraré
la lengua sedienta de palabras
llenando mi perfil de inquietos
sueños
marcando con el taco la capa del deseo roja
negra tu sangre
pero el calor de los besos
derretirán mis nieves
tras los agitados párpados del miedo
mi mar con sus tormentas
ese mar inquieto
ese mar nuestro
donde dejé la verdad inscripta en la
arena desdibujando nombres
invisibles somnolientos
allí tocaré tus manos pobladas de
gaviotas
tan pronto te alejes las cubriré con besos
las besaré mil veces
en los vientos que envuelven los
arrozales
en cada girasol de piedra en cada estrella anaranjada
y
tú, ya no estarás.
Yo seré otra. Aquella. Enajenada de veranos sin ternura. Otra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario