Cuando llegó eL “Chicho Rotello” a
la concentración, estaba ebrio. “En pedo”
a decir de los muchachos. Se armó un lío del diablo. Vinieron el aguatero y el
masajista, que son tipos de peso pesado, y como a una bolsa de arena lo
depositaron en la camilla del vestuario, junto al gimnasio quedaron los otros
jugadores despotricando. El masajista llamó con urgencia al director técnico y
al médico. La sentencia fue: “Borrachera y consumo excesivo de calmantes”.
Algunos compañeros se burlaron y
otros, amigos, se quedaron perplejos cuando el “doc.” dijo: Tiene un tumor en el glúteo izquierdo, que interesa los abductores con
distensión “izquiotibial” que le impiden moverse, tiene terribles dolores.
Habrá que operarlo con carácter de “urgete”.
El equipo se quedaba sin un
extraordinario mediocampista, pero así no podía seguir. El Chicho hacía meses
que llegaba tarde, muchas veces borracho y con un carácter de mierda.
Esa semana lo asediaron los medios
gráficos, la radio, la tele, incluso pagaron fortunas en la Villa para poder entrar.
Tenían que “ponerse” con un peaje a los “barras” de la Villa para ingresar y salir
vivos, con las cámaras y efectos personales sin problemas. Son cosas del
laburo. La madre del Chicho los recibió en la casa, hermosa, que le construyó con el último pase el jugador.
Ella siempre apoyada, la madre, claro, por los doce hermanos del as.
Pagaron 350.000 dólares para que
jugara en el club, y a él le dieron el 20% para su vejez. Buen hijo, le hizo
hacer una casa de película a la madre. Con tres baños, cocina en isla, ocho
dormitorios, sala de juego y hasta un micro cine para disfrutar los partidos en
un T.V. de tamaño hotel cinco estrellas, que ahora solía disfrutar en los
campeonatos de 1ª. La madre recibió a los medios y con pocas palabras dijo todo
lo que podía decir. Nada, en realidad sólo balbuceó una explicación breve de
miedo a los médicos, a los hinchas, a los “barras bravas” que cuando se enojan
le llenan la casa de “bosta” y pintura con graffitis asquerosos. Ella no ocultó
su amor por el Chicho y los otros hijos. Los doce eran más chicos que el enfermo,
pero iban todos a la escuela, estaban vacunados y tenían bicicletas, que por
supuesto había pagado el mediocampista.
Llegó el día de la operación. El
“Pelado” Soria y el “Panza” Vargas, donaron sangre. La tele en la puerta del
nosocomio, esperaba la oportunidad en que los doctores dieran un reporte de lo
sucedido. Después de seis horas, apareció un médico con cara seria y se
despachó con una perorata con términos, que nadie entendió. Al final un
ayudante joven, dijo: “Al señor Francisco
Rotello se le extrajo un “DIU” de la
nalga izquierda, los tejidos habían cubierto el aparato con una membrana que
impedía que se absorbiera. Ahora está descansando, cuando despierte de la
anestesia dará una conferencia de prensa. Investigamos cómo pudo llegar allí
dicho elemento extraño. Gracias.”
La madre del Chicho, llorando expresó: Ahora comprendo cómo me embaracé tantas veces…, nadie me dijo que
había perdido el DIU. La mujer salió llorando perseguida por una decena de
periodistas.
¿Cómo
habrá hecho el Chicho para golear a los adversarios con ese aparato en el culo,
me querés decir?... se escuchó preguntar a un camarógrafo mientras se alejaban.
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