martes, 22 de agosto de 2017

DISCORDIA

            Las esperaron sin ganas. Era motivo de esconder cobardía entre varios habitantes de la casa. Esa que había sido permanente refugio de toda la familia. Yemina era la más linda, luego estaba Abril y llegó el “machito”, discutieron el nombre. Era muy importante que se le pusiera un nombre pomposo y llamativo. Le nombraron Geraldo. Y fue un solo mimo.
            Las muchachas crecieron a la sombra del hermano y nadie se preocupó por ellas. Hasta que un día llegó un pariente de Europa. Era un joven hermoso y vivaz. Embrujó a todos con su risa y sus charlas de historias extraordinarias. Yemina y Abril, se enamoraron al instante de verlo reír.
            Una mañana la tía al desarmar el lecho, vio la “marca” del pecado. Espiaba a las mozas. No dijo nada hasta que tras mirar y escudriñar descubrió que la primogénita esperaba un niño. No podía ser de otro que del primo amoroso y solícito.
            Pasaron varias semanas. Una mañana me llamó una vecina y me contó una extraña historia. Yemina había muerto en un quirófano. Le habían hecho no sé que estudio en sus entrañas.
            Una negra carroza con caballos enjaezados con penachos de plumas blancas, moños de tul de ilusión albos entre flores de nácar y perlas artificiales, la llevaron al campo-santo. Nadie lloraba excepto sus pocas amigas. El silencio cortaba el sonido de los cascos de los nobles brutos. Murió como nació, dijeron. Hoy al transcurrir los años, discurro que a Yemina la mató un aborto clandestino. Lo organizaron en familia, para tapar el miedo, la cobardía de decir que ese muchacho al que albergaron en la casa, era un farsante que aprovechó la inocencia de la niña. Abril había desaparecido. Luego contaron que entró en un convento del Carmelo, vaya uno a saber qué le hicieron.
            Tremenda discordia debe haber habido en la casona, porque después de ese día, uno a uno se fueron alejando todos los que vivían en la casa grande. El que dicen que se quedó sin pena fue Geraldo, el mimado de todos los que tramaron esa terrible matanza.
            Han pasado varios años y cuando paso por la zona, recuerdo la belleza y dulzura de esas muchachas y un enorme pena me deja perpleja ante la ignorancia y la desidia.








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