miércoles, 2 de agosto de 2017

TANGO Y TRAICIÓN

Llegó Romualdo Ríos por el empedrado, silbaba un tango de Gardel. No vio al rufián parado junto al vitral del bar. Brilló el cuchillo y se clavó en mismo lugar de la memoria, donde la “mina” de vestido verde jugueteaba con su sonrisa de arrabal. Cayó en un rosetón de sangre que desparramó en silencio de dos por cuatro. Desde una ventana una lágrima cayó en la mejilla de la muchacha que soñaba con su amor.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario