miércoles, 28 de octubre de 2020

EL FORASTERO

La casa era de una belleza sin igual pero había sitios desocupados, pensaron en tomar algunos pensionistas. Así llegó un viejo soltero, cuya familia había caído en un bombardeo. Sin otro consuelo que sus cajas con libros y algún que otro objeto recuperado entre los escombros. Vivía con traducciones que hacía para un editor de la gran ciudad. Estricto en su higiene personal. Pagaba puntualmente su pensión y comida. De hábitos sanos no tenía ninguna queja. Luego apareció una señorita, profesora de letras, que mantuvo largas pláticas con las muchachas de la casa. Finalmente llegó un personaje diferente. Era “parapsicóloga” vidente y tarotista. De mirada pícara y voz chillona, cambió el aire serio de la casa. Salía todos los días a su “consulta” en la ciudad. Atendía una cantidad increíble de gente en un pequeño local, donde reinaba un caos de dioses hindúes, egipcios y cristianos. Con una túnica de seda colorida y un turbante con grandes aretes dorados, penetraba el mundo de los muertos como en la vida de los que habitaban los pueblos cercanos. La creatividad de la mujer hizo que todos mudaran sus conductas. El profesor, comenzó a salir a bares y fiestas con la tarotista, la dueña de casa, tan seria y virtuosa, se dedicó a la venta de ciertos papeles de dudoso origen. 

Finalmente se supo que el profesor, no era tal, era un truhan que había salido de la penitenciaría, tenía varios años allí, purgando una escandalosa estafa de la empresa donde trabajaba y no era tan extraño al lugar, era muy conocido en el submundo de hampa y que la Tarotista era su ex amante, la secretaria de la empresa. 

Pero la casa cambió. Ya no era lúgubre y triste, sonaba la radio a todo volumen y la dueña de casa con las cuentas al día, cantaba y bailaba por las habitaciones que había ocupado con extraños personajes. 

                         

 

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