martes, 13 de octubre de 2020

UN TIEMPO A DESTIEMPO

 

Sentado en el umbral junto a la puerta esperó. Tenía sed y nada de hambre. Pasaba el tiempo y el sol se movía a un ritmo normal, pero él, no sentía su paso. Siguió esperándola. Dormitaba unos instantes. Cuando ya el manto violeta de la tarde lo envolvió, vio la figura inconfundible de Irenette. Su amor.

Algo extraño motivó su curiosidad. Ella caminaba con mucha lentitud. Se acercaba a él, que intentaba levantarse, pararse era mejor para mostrar su cuerpo de hombre.

-¿Irinette, no te acuerdas de mí?- ¿Perdón señor, usted quién es?

- Nelson… sorprendido repitió, Nelson. Soy yo.

-No Nelson murió hace treinta años. ¡Usted es un impostor!

¿Cómo conocería tu nombre, tu casa…!

-Váyase Usted no es mi amado Nelson. El hombre, cabizbajo se acercó a la blanca cabeza y sobre los labios arrugados y tristes, la besó. Desapareció en la esquina en la brumosa noche sin dejar huella.

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