miércoles, 28 de octubre de 2020

ÉSTO DE HABLAR DE LO PROHIBIDO

 

-          Quiero a mis hijos.- dijo con voz casi inaudible, mientras forcejeaba con las hilas.

-          Están bien cuidados.- fríamente, el médico le señaló una especie de pecera con los seres en movimiento perezoso.

-          ¿Cómo haremos, si en cada herida hay una infección, doctor? Dígame, ¿se podrá mejorar o curar?- nerviosa y esquiva la mujer de alrededor de 45 años, se mueve con insistencia, tratando de no tocar a la joven muchacha, que yace en el lecho totalmente dopada.

-          Señora, su hija está ahora en una etapa muy delicada. Se la encontró totalmente abandonada en una calle donde viven un sin fin de desocupados y menesterosos. Hay que reconocer que fueron ellos los que la ayudaron.

-          Mamá te odio, devuélveme a mis hijos- dice con voz destemplada la joven.- A Usted también lo odio, me han quitado a mis hijos.- vuelve a repetir como un latiguillo la enferma.

-          Llamaremos a psiquiatría y a otro especialista. Igual, creemos que por lo menos estará internada entre cinco y seis meses. De ella depende. Nosotros ahora trataremos de curar las infecciones.- expresa con más interés el doctor.

-          Mamá devuélveme a mis hijos. Sólo tú, me pudiste robar a mis hijos y este cabrón hijo de puta, que ahora quiere dejar a mis otros hijos allí en esa heladera de vidrio. La Rosarito estaba a punto de poner huevos. Y el Hilarión estaba muy viejo para subir y bajar buscando comida. Devuélvanme a mis hijos.- la muchacha se r4evuelve frenética , alargando las manos hacia la pecera instalada cerca del lecho. – las enfermeras entran y salen asqueadas, pero saben que deben esperar a los psiquiatras para hacer algo.

-          Señora, este Síndrome, llamado del “Canguro” es frecuente en gente que sufrido grandes pérdidas. Es explicable en el caso de esta muchacha. ¿Quién le quitó a los verdaderos hijos? ¿Qué edad tenía?-  el facultativo escribe en la historia clínica cada dato detallando las palabras con líneas oscuras.

-          El primero fue a los catorce años. – respira profundamente la madre y continúa.- llegó de la escuela descompuesta y cuando le pregunté comenzó a ensoñar con el relato de los “favores” que le había regalado un galancito del curso.

-          No mamá, mentira, yo me enamoré y le pedí que me alejara de esa casa de brujas, donde viven tu mamá y tus hermanas. Vos me arrastraste hasta la atroz choza de la “médica”, la curandera y me sacaste mi primer hijo. Era muy pequeñito.- suena como un silbido la voz sisearte de la enferma.

-          Claro, qué íbamos a hacer, en el pueblo, con una nena de catorce años embarazada de un desconocido. Expresa apenas audible la voz de la mujer, que nerviosa se revuelve en su lugar como una lagartija desesperada.

-          Bueno, con eso se explica en algo todo esto. – un suspiro sale entrecortado de la boca del galeno.

-          Mentira, mentira.... – canta la muchacha que se va poniendo cada vez más nerviosa.- ¿y el segundo? Me lo sacaron atada como estoy ahora, porque él y yo llorábamos suplicando.-

-          Tenías apenas quince años. ¿Cómo lo iban a cuidar, si ni siquiera tenían la secundaria aprobada?- dice la mujer.

-          Mamá y ¿mi tercer hijo? Yo escondí durante cuatro meses mi embarazo, y la desgraciada de tu madre, que esté bien quieta en el infierno, me descubrió y me arrastraste al inmundo lugar donde me sacaron mi bebé. Era un varón dijo la bruja. Y él, mi amor, corrió y lo encontraron colgando de los hierros del puente. -  grita histérica, la joven.

-          Ese infame, sólo quería tu apellido y tu herencia. Los campos de tu abuela y las joyas de la familia. Seguro que luego te dejaría llena de hijos y en la calle.- estalla la mujer.

-          Señora, hace tiempo que su hija vive en la calle y no quiere que la lleven a su casa. Asegura interviniendo el médico. El síndrome del canguro, es una enfermedad propia de personas que se han sentido muy agredidas... y.... los sollozos suenan lúgubres en la pequeña sala del hospital.

-          Pero... pero ella es menor. No podía quedar en boca de todo el pueblo el buen nombre de la familia, una familia llena de heroicidad y honor. Su abuelo fue gobernador y su padre...- queda con las palabras jugueteando en la boca.

-          Ese otro, flor de hijo de mil putas, robó, se cogió a medio pueblo y encima trató de violarme desde que tenía seis años. El señor Abogado más prestigioso del pueblo, hizo bien en pegarse un tiro. Yo se lo hubiera dado, sin más ni más. Exijo a mis bebés ya mismo.- expresa revolviéndose en la cama, la muchacha.

-          Tranquila, tus cucarachas y tus gusanos están mejor ahora que en tus heridas, que se habían colmado de gusanos y estaban llenas de pus. – cuenta el médico.- Se iban a infectar con tus infecciones. – la explicación trata de calmar a la joven enferma.- Si las querés,  tenés que ayudarte y así ellas estarán mejor.

-          Quiero a mis hijos, quiero a mis hijas, quiero a mis hijos, quiero a mis hijas... -y el ronroneo, es una oración ininteligible  que se escucha apenas.- Mamá... morite, hacé algo por la humanidad... suicidate.-Le escupe a la madre que llora...  Salen todos e ingresa el psiquiatra.

-          Hola, me llamo Hugo y me imagino que no querés hablar conmigo. Soy tu médico de cabecera y trataremos juntos de ver porqué te producís esas heridas en la piel y guardás cucarachas en ellas, ah, y gusanos, que me contaron que son tus hijos. – dice muy abierto el hombre.

-          Sí, son mis hijos y cada una tiene un nombre. Se aman y me aman, no como la malvada que acaba de salir. – baja la voz- Ella me mató a mis tres primeros hijos. Eran dos nenas y un varón. No le cuentes a nadie. Ella es de la cofradía de la catedral y reza raras oraciones por día. Mi amor, Ernesto, se ahorcó por su culpa. El demonio vive en su casa. Es mala y su madre y hermanas también. Quiero que me devuelvan a mis hijitos e hijitas, ellas no van a morir en manos de una curandera. Y sigue hablando y hablando hasta que se queda dormida.

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