lunes, 17 de julio de 2023

LA EVASIÓN

  

                        La calle es una serpiente rielante, se desplaza por entre las paredes que ahogan. Los balcones envueltos de verdes enredaderas sonríen al paso. Cae una hoja de magnolia agostada sobre las piedras. Un insecto alborota el sopor cansino de la siesta. Tras una celosía desgastada por el uso se escucha un grito. Un súbito silencio, detiene el tiempo para acomodarse el sonido trasgresor. Se entromete una música bulliciosa de escaso valor. Zigzaguea entre los cortinados desflecados de un ventanal. Trae un respiro al rancio calor que envuelve las fachadas. Se silencia.

                        Un nuevo voceo altera la paz. Chasquea un madero que se rompe y atraviesa el empedrado caliente en la calle. Se ha quebrado un encañado que esconde a una muchacha sudorosa. La húmeda piel morena resbala entre las astillas que la golpean. Emerge ágil, descalza, con la cabellera revuelta. Sale por la puerta azul de la vivienda. Corre. La calle la recibe alborozada. Protectora, la estrecha vía de escape, la oculta de los insultos furiosos de la mujer que grita y amaga con un látigo silbando en el aire. Quiere castigar a la canalla. Ésta se pierde en el círculo abierto que dibujan las piedras. Reverberan  los adoquines con lágrimas ardientes. Todo vuelve a quedar quieto. Un silencio opresivo amordaza la canícula. La puerta azul, se entreabre y un rostro rubicundo fisgonea a derecha e izquierda. Un rebenque de cuero se mueve como lengua  bífida de una anaconda mortal entre las rústicas maderas secas del portal. Busca un muslo mórbido para afrentar, pero sólo encuentra ausencia. Surca el vapor la calle desierta. No muy lejos una puerta roja se abre para engullir a la evadida. Una buganvilla primorosa oculta cuerpos abrazados. El ventilador perezoso refresca el alma y dibuja la dicha. La calle se ríe con su imperturbable soledad de tiempo. Logró huir.

                        En la noche la luna cómplice de besos y caricias lujuriosas eleva la dicha a los evadidos en urgencia de cópula. Una sombra atraviesa el pasaje al placer y ciñe a los amantes. Y un silencio escabroso de alimañas los envuelve en un sudario de piel adherente, sudorosa, complaciente, elevándolos a los confines selenita. Son dos pequeños animales que se enajenan a la frescura plateada de la noche. Un amor prohibido exalta la vida en himno de gozo y alegría.

 

 

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