NO PRESERVÉ
MI CASA
ni mis ropas
ni mi piel
ni mis ojos.
no preservé mi tentación de volar
hacia el fondo del abismo
ni mi deseo agridulce de bordear
la playa en la borrasca
ni mi pasión por intimidar el sueño de
hablar
en el idioma de
Bach
de Borges o de Platón
ni el miedo mío,
miedo de desgajar la lengua de las aves
que se esconden
en la selva.
Pero pido a pesar
de todo
que no me arrojes al nido
de cenizas del camino.
No me apartes de
los ojos que premian mis locuras infantiles
ni me tiendas a zarpazos sobre el mantel
de los sueños perdidos
ni quede descolgada del rumor del sol o las
estrellas.
sostenme con tu fuerza
esperanzada.
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