lunes, 5 de marzo de 2018

UN FAVOR



            " Alves...gritó con fuerza....compadre Alves...no me niegue este favor." 
                                                                                                                      Horacio Quiroga.
           
            En la calle se apretaba la gente alrededor de un hombre caído en el pavimento. Nadie se animaba a tocarlo. Un murmullo sólido se elevaba como un remolino de palabras incomprensible... - ¡ Pobre hombre...! , ¿ Alguien lo conoce?, ¡ Está casi... bueno, si llegara la ambulancia...! - así entre los transeuntes se iba declamando un sincero deseo de darle una mano. El hombre tenía una mirada extraviada y un rictus amargo en sus labios apretados y lívidos. Estaba solo. El frío del cemento y el agobio del círculo de curiosos no lo dejaban respirar. Cerró los ojos, que inyectados en sangre, parecían dos pequeños insectos. Quiso pensar en algo lindo...¡ su hija..., la Clara, ella estaría ahora sentada en la cama mirando la telenovela...y en el Tincho...ese perro insólito de piel lanuda y olfato de cazador, seguro estaría con sus largo hocico husmeando entre las manos de la muchacha...! Cerró los oídos  a los llamados de esa estúpida gente que le hablaba. Él estaba allí por desición propia. Era alto el edificio desde donde se había... Un ulular de sirenas lo hizo atravesar el tiempo y lo trajo a la realidad. Le dolía un poco, sólo la cabeza, desde el pecho hacia abajo no sentía nada. Seguro que esta vez la había pifiado, pensó con rabia. Mañana lo intentaría de nuevo...total, si a nadie le importaba su desesperación. Recordó cuando le llegó el telegrama de despido. Pidió y rogó en tantos lados por un trabajo. Dignidad. Eso le daba a él el trabajo y orgullo. Clara lo necesitaba con trabajo. Los remedios no venían solos y los médicos tampoco. Vio la cara de un hombre que se acercaba a su rostro. Tenía un aire de horror y desconsuelo. Él tenía rabia. Una rabia como un globo rojo que se inflaba y se agrandaba como si fuera a explotar. Quiso moverse y no pudo. El médico con un enfermero y un mirón lo estaban tratando de meter con mucho cuidado en una camilla. Sin piedad puteó y se hizo un silencio absoluto. Los otros se molestaron. Un tipo raro se acercó para hablarle de la Biblia. Lo puteó. A él hablarle de Dios...si le había quitado todo por lo que podía seguir viviendo. Hasta Clara era una cruz en su vida. Se distrajo cuando un muchacho con el pelo verde y un sinnumero de aros, le trató de afanar el reloj.
¡ Hijo de gran puta...qué  más quieren que les dé ! 
            Ya adentro de la ambulancia el médico comenzó a darle una inyección y oxígeno. Le hablaba y no se podía concentrar. ¿ Qué le decía ? ¿ Hemi...qué? Se estaba durmiendo con la "pichicata". Se iba...se iba.
            Despertó en el ruidoso callejón donde se había dormido. Las botellas de vino a su alrededor brillaban con las luces de neón. Trató de incorporarse, casi no podía. Le habían robado todo...zapatos, plata, reloj... pensó en lo que había pasado esa mañana. Su hija Clara...el accidente. ¡Tenía que regresar para seguir en la lucha, ahora lo necesitaban más que nunca ! Alguien lo tomó del brazo...era un hombre oscuro y mugriento que le tendía una mano con una
botella casi vacía... - ¡ Alves...- gritó con fuerza...- Compadre Alves...no me niegue este favor...!-

Se sacudió con fuerza mirando al ebrio que le gritaba pidiendo vino. Él no podía caer en eso. Caminó descalzo por la calle buscando el camino a su hogar. El sol asomaba anaranjado entre los edificios. Se fue llorando.


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