lunes, 27 de agosto de 2018

BUSCANDO LO PERDIDO.




Allá en la tarde del otoño tardío donde un collar de promesas
llenó mi vasija de peonías blancas.
Allí encontraré el nido de cometas y auroras.
 Una flor.
Una espina.
Tal vez una trompeta sonará en el vacío.
Yo besaré las plantas de quien camine
junto a mí, en el silencio de la tarde.
Un silencio de playa solitaria.
De dunas.
De Escollera.
Recordando una historia.
 Lejana.
Ya perdida.
Amiga de mi ensueño.
Allí caerá lenta una lágrima de ámbar.
Rueda por mis mejillas.
Ahora, en este instante.
Estaré enamorando el oro de los bosques.
Son lágrimas de nácar.
Balbuceo inquieto con manitos de espuma.
Bostezo de gaviotas en mi playa dorada.
Mi pensamiento esgrime un túnel de amapolas.
Allá en el continente donde refugio el tiempo,
arderán las astillas de mi cruz agobiada.
Me voy...camino lentamente por la arena.
Y lleno mi boca de aromas a ternura, con besos atrevidos
que rozan mi garganta en minutos de ensueño.
Allá estará el milagro.
 Allí la alfarería de manos  milenarias
fraguará un hallazgo con los dioses.
Y el otoño travieso envolverá mi cuerpo de matices cobrizos.
Volveré a la calle de grises adoquines.
Seré mujer. Lo sabes. Mujer... cargada de silencio.


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