Caen cual
ramas secas sobre mi esperanza las palabras.
Caen como
escarcha en la hierba los desalojos del silencio.
Caen como
cristales de esmeralda en mi espalda crispada, los tal vez.
Caen
cilicios y el oprobio sobre la conciencia humana.
Caen las
calles acorraladas de oscuridad en las noches heladas.
Caen
hombres con el estrépito de los derrumbes en la tierra.
Caen
también las preguntas y los miedos sobre la mesa sin pan.
Caen, acaso
como estrellas sutiles los copones con vino derramado.
Caen, sí,
las lágrimas de los niños de la guerra en el mutismo.
Caen las
rosas de escoria ensangrentada en las calles de Alepo y Damasco.
Caen los
corazones abiertos como lirios de muerte en las calles de Israel.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario