lunes, 5 de noviembre de 2018

DE CACERÍA




            Lucio, Marcos, Leonardo y Jorge, decidieron hacer un viaje al sur de la Pampa para hacer un fin de semana cazando. ¿Por primera vez las esposas aceptaban que fueran juntos en la casa rodante de Marcos! Ellos no sabían que ellas tenían planes propios. Usarían ese fin de semana sin esposos para ir  de compras, a la peluquería y comer en algún restaurante de moda. Todos ganaban ellos no tener que despertarse temprano para ir a sus trabajos y ellas hacer esas cosas de “mujeres” que ciertamente molestaban  a los maridos.
            En la camioneta se acomodaron con tantas cosas que parecía que iban a dar la vuelta al mundo. Rosita, les había preparado sus codiciadas tortitas con chicharrón y las puso en una caja de galletas, que cuando quisieron acordar quedaba la mitad. ¿Eran tan ricas! Partieron bien temprano al llegar a Desaguadero, no advirtieron que en la otra cabina venían los “nuevos” esos que había invitado Leonardo y que no conocían de antes de esa expedición. Lucas pidió que lo cambiaran con el otro grupo para ir chequeando qué tal eran.
            Charló un rato y cuando andaban ya por el campo traviesa, por una de esas rutas de pura tierra, uno de los que viajaban sacó un revolver y disparó a una liebre que corría como libre, no más. ¿Buen susto y bronca se llevó Lucas, tenían por costumbre no llevar armas con balas en la cabina! Puramente por precaución.
            “Las armas las carga el Demonio y la descargan los tontos” decían en cada cacería.

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