Desde las orillas fangosas, se
adelantaba un grupo de animales buscando beber agua. Detrás un hombrecillo de
enormes manos arrastraba una pequeña barcaza.
Somnolienta, una
perra seguía dentro de la crujiente madera al dueño del rebaño. A lo lejos se
veía el humo oscuro y denso de la
chimenea del tren que atravesaba ese páramo. Tal vez en ese enorme trozo de
hierro estaba impresa la libertad para el pequeño campesino. Había soñado con
subir al techo de un vagón y huir a la gran ciudad, pero recordó lo que le
pasara a su hermano. Lo habían llevado al ejército en un ferrocarril igual a
ese y después vino envuelto en la bandera verde y roja, con una sola guirnalda
de flores que olían a podrido.
Él prefería quedarse, aunque cada
vez era más difícil salir con los animales a pastorear. El río, decían las
ancianas era el camino más seguro para no morir, pero cuando no llovía estaba
muerto.
Tenía llagas en los pies, llagas en
las manos y llagas en el alma. Su dios, no se acordaba de su gente, estaba
muerto o dormido. Un cocodrilo trató de matar uno de los animales que bebía, lo
espantó con el viejo rifle de su padre. Recogió al aventurero y lo metió en la
barca. Esa noche lo despellejaría y comerían carne fresca, sin tener que matar
sus animales.
Sintió el rugido de la vieja
locomotora que venía del sur, un grupo de aves salió escapando con el bufido
del hierro herrumbrado del tren. Arrimó la barcaza a la orilla y arrió con mucho esfuerzo la madera vieja con el perro y
el ladrón que había caído bajo el balazo certero del rifle. Silbó. Los pocos
vacunos se juntaron y treparon la orilla del cenagoso río y comenzaron a
seguirlo.
De pronto algo llamó la atención del
campesino. El río estaba teñido de color bermejo. Se acercó y comprobó que unos
cuerpos de hombres y mujeres iban río abajo, hinchados y malolientes, los
cocodrilos se arremolinaban y daban dentelladas a cada cual. Teñida de sangre
las aguas iban río abajo. A lo lejos sintió el estallido de un metal mortífero.
El tren que acababa de pasar había
estallado en mil trozos a lo lejos. Vendrían tiempos difíciles. Había estallado
una guerra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario