Eco misterioso de la cascada de vidrio.
Siento en la almohada de mis noches.
Una voz de arrullo inquieto.
Ese pasto enamorado de mis plantas desnudas,
cuando camino por la ruta de tu piel morena.
Y así quedan las manos de porcelana, heladas,
que asesinan con exacto rigor, la sonrisa nuestra.
Quedamos alelados mirando nuestro cuerpo herido.
Las venas desparraman mi génesis celosa de vientre azucarado.
Encuentro entre las páginas del almanaque
tu cuerpo majestuoso.
La esperanza galopa en tu sueño perdido como padrillo ajeno.
Marcaré en la carne de mármol atrevido
tu presencia y tus pasos, guiarán mi destino.
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