De la mano
sostenía el niño a la pequeña de la mano.
Cruzaban
las vías del tren solos, de la mano.
Despeinados,
sucios y descalzos. De la mano.
Tironeaba
el mayor para apurar el paso y la mano
con la piel
agrietada y oscura sostenía un trozo de muñeca
Él, la
apuraba. No había un adulto cerca de los niños.
Solos iban,
solos, de la mano. Con el hambre en la mirada
Sus piernas
flacas y su panza abultada, con ojos fijos
en la gente
indiferente que apenas los veía. Ni una mano.
La piedad
caminaba descalza junto a ellos, sola y ciega.
Cerca, las
barreras comenzaron a moverse y los niños
de la mano,
corrieron apurados. El tren estremecía
sin piedad
la tierra bajo los pies desnudos y brutal sonido.
Los
hermanos buscaban la esperanza que ha huido de su vida.
Siempre, si
pueden, irán tomados de la mano.
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