martes, 13 de abril de 2021

EN LA ESPALDA


                          Apenas se apagaba la lámpara salía el hombre. Detrás quedaba una forma de sombras casi fantasmales, que se movían como sonámbulas. Se hacía un silencio, roto por la música que comenzaba en el pequeño fonógrafo que tenía oculto en el sótano. Lunuela, de pronto bailaba. Se rompía la magia cuando escuchaban el chirrido agónico del tren que se acercaba. Y con ese ruido, la niña, sabía que terminaba su pequeña libertad. No podía seguir bailando ni haciendo música. A través de la luz, la silueta del recién salido parecia un espantajo deshilachado. El odio y el terror ingresaban con ese padre alcohólico que regresaba para golpear a su madre y a ella que se escondía bajo la cama. Él siempre la encontraba y no dejaba de tocarle los pequeños senos tibios. El cuchillo le abrió un clavel en la espalda cuando cayó sobre ella y la risa histérica de la madre salió sofocada por la música del tocadiscos que ya no estaba oculto en el sótano.

 

 

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