jueves, 29 de abril de 2021

EL BARCO MACABRO


El barco apesta y la oscuridad me impide ver a los que han atado a una cadena a pesar de todo los distingo por las diferentes lenguas que hablan que asco el olor me deja atontado me siento mal hambriento aunque  una vez al día nos dan agua en un balde de madera oloroso a podrido y  tiran por un boquete de la cubierta panes enmohecidos ahí lo recuerdo a mi padre a Radame Momboto nuestro jefe tan oportuno en su reflexión sobre lo que pasaba en la aldea pero este olor y la mujer que está atada a mi es seguramente infeliz al alimento que me dan pienso que sabe a cuzcuz  a miel y a mango a ellos los otros desgraciados les debe parecer pescado o a manjares de sabores diferente a los nuestros porque ellos parecen chinos ya no puedo comunicarme y el olor a mierda nos igualó enseguida es que  no hay retrete ni selva ni río hacemos acá mismo bajo nuestros propios pies me siento una asquerosidad es que al principio olíamos a jengibre o ajo  a madera o grasa ahora el tufo es el mismo es  mierda no me muevo para evitar desgarrarme los tobillos donde tengo las argollas de hierro las cadenas y los palos conque nos ataron apenas ingresamos el olor es nauseabundos sólo abrieron un poco cuando entró un grupo de orientales son tal vez chinos o coreanos no sé fue después de navegar un largo tiempo entre marejadas enormes y bravías estoy cansado quisiera agacharme dormir sobre la estera limpia de mi choza o en el pajonal junto al mar  de la isla Pemba mi isla maravillosa que debe estar tan lejos ahora se me cierran los ojos y la hembra que se apega a mi es como un reptil amarillento y huele a mierda y sangre como todos tengo sueño mucho sueño dormitaré nos sacudimos con el traqueteo del barco y ya nadie solloza suplicando ayuda yo nunca bajaré mi dignidad de pescador de Pemba eso entiendo que han hecho  especialmente las hembras y los niños ayer sentimos que paraban el motor y que navegaban en silencio mi oído fino me alertó que debemos estar cerca de algún puerto o algún barco de bandera y que debe haber avistado el nuestro se deben estar cuidando ya que siento el ruido a la madera de la planchada a la caída de carpas y velas a recupero de cuerdas y cadenas de amarre  ahora han abierto una de las escotillas por fin entra un aire salobre y sano de mar limpio oigo gritos puteadas en diferentes idiomas aplausos que no tienen sentido para la gente ¿gente? penetra una luz que primero nos ciega y luego nos permite ver entrar a un hombre rubio alto vestido con un levitón claro una fusta en una mano y encaje blanco en el frente y sobre la barriga magra y seca una faja azul y roja y blanca que enrosca sus apetitos mezquinos él lleva apretado con sus dedos afilados llenos de sortijas de oro un pañuelo sobre la nariz ¡claro, no puede respirar en este ambiente de muerte y excrementos¡ sopesa  los músculos mustios de varios hombres palpa los senos y caderas de algunas mujeres está arrancando tres niñas de los brazos de sus madres que gritan ¡que va si sólo reciben un fustazo en el rostro! Sale y los gritos en varios dialectos rechinan en la repetida oscuridad yo he visto gente de mi raza  bantú de ojos pequeños y vientres abultados por parásitos y hambre y ya volvió el olor penetrante a mierda odio siento odio si pudiera tomaría mi lanza además he visto mujeres semi desnudas atadas a hombres que casi ciegos le restriegan un miembro viril muerto tal vez para ver si aun respiran si están vivos ¿yo estoy vivo o estoy metido en una pesadilla de esas que tenía de niño? ahora soy un hombre de la tribu bantú tengo la piel negra muy negra y el orgullo de ser elegible pero no quiero que me vea no me han visto sale el blanco y cierran esperamos un par de interminables horas y el barco vuelve a navegar uno que habla algo de inglés dice Macao yo digo Pemba  él tiene la piel amarillenta casi verde me recuerda a ciertos pájaros de mi aldea sus ojos aureolados de un salitre lagrimoso me observan es joven pude ver que es pequeño de estatura pero bien fuerte pienso en los jóvenes de mi clan a veces tan alegres y valientes en la caza pero el aire se ha renovado un poco y han tirado agua hasta limpiar un tanto el sepulcro en el que viajamos a la nada al abismo de una muerte segura la mujer que está atada a mí se muestra después de que el ruin se fue y arrastrando sus cadenas se acerca y en su lenguaje gutural me trata de hacer comprender quién es y el de Macao se deshace en gestos que no comprendo y él tampoco ¿quiénes somos? ¿acaso allí pertenecemos a alguien? se ilumina una pequeña brecha en la madera y vislumbro la luna que brilla en la noche de nuevo el fuerte olor me marea pero un estruendo y yo que soy un viejo pescador en la isla sé que han chocado con arrecifes eso es mi esperanza o nuestra esperanza que esa madera podrida se desintegre y podamos salir para siempre de la tumba tal vez a otra tumba pero a la libertad escucho golpes fuertes y la madera astillada hagan silencio le vocifero a todos los desgraciados que tiemblan y  los corales filosos han quebrado el casco podrido y en la brecha entra agua los dioses me han escuchado la espuma me hiere  y a todos las heridas ya no gritamos estamos atados y  tendremos una muerte segura mejor yo que prefiero morir a seguir así ahora se quiebra uno de los sostenes y nos deja medianamente suelto a la mujercita que está junto a mí y yo vaya la chirona se agranda me arrastra una ola junto a la pequeña mujer amarilla su largo cabello negro se enreda en las astillas grita de dolor pero yo la tironeo y logro sacar mis piernas por el drenaje recién abierto solo que un mundo oscuro y helado me cubre y tengo el cuerpo helado y mi mente se recalienta pensando en ese puñado de seres que arrastro con mis argollas y cadenas pero apretada a mi piel se abraza la hembra salvaje y no me interesa porque quiero la libertad y el olor  de la selva y el mar y ella clava sus uñas afiladas en la piel de mi brazo que pierde sangre a borbotones pienso en los peces que comen carne humana ahora no puedo detenerme sólo deseo nadar me dejo llevar por la marejada recuerdo mis buenas pescas de ostras en Pemba subo a la superficie y observo a los hombres que se dejan caer por todos lados desde el trinquete a la popa y desde el carajo hasta la cabina de uno que se dice jefe ya hay un amasijo de gente de todos los colores y sus gritos suenan a clarinadas de guerra es la Muerte y siento que todos quieren huir de la Muerte como yo y la compañera de miserias sigue como una anguila mi escape el pequeño chino y una mujer negra a la que está atado yo ahora lo comprendo dejan escapar de sus brazos un bebé y también huyen el bebé flotará y lo matarán los arpones de los villanos que sobrevivan hay que seguir nadando sí hay que seguir y alejarnos hacia el extremo de la corriente separarnos de los tripulantes que han caído como cucarachas al agua  estoy tan delgado que pierdo una de la argollas de hierro que me sujetan a la cadena y me deshago de la otra y la mujer me estira sus pálidas manos plumosas y débiles pero la atrapo del cabello y sigo ya no me detiene nadie la luna permite que vea y pueda alejarme y miro tras de mí a otros que desgraciados aun no se han desgrampado se hunden en la marejada  irremediablemente la sal quema las heridas sigo alejándome se retiran cada vez más los que iban tras mi cuerpo parecemos dos delfines esta mujer y yo Isai Matuba bantú de Pemba  ya somos  fantasmas con linaje de estatuas de azabache y seda agotado me dejo llevar por la corriente a cada tramo más apartados de la ruindad de los náufragos piratas ¿mi amiga? la luna se va escondiendo entre los altos riscos y me invita a desentrañar una huída hacia sitios más seguros siento el filo de los corales en mis piernas doloridas como en la isla hay un sinfín de peces que lamen nuestras heridas que picotean y succionan el líquido que fluye de las entrañas de músculos y vísceras soy igual feliz porque siento la libertad en los brazos ya toco con los pies la arena hemos llegado a un punto de la playa y corro me sigue la extraña joven de quien gustoso me desharía para poder alejarme más rápido no sea que me atrapen y vuelva a ese infierno escondo mi cuerpo entre la  maleza ella se esconde junto a mí tiritando está desnuda y aterrada tan sola como yo pero sigilosamente nos alejamos internándonos en una extraña jungla de árboles sumergidos el griterío de los monos en la noche nos alienta a seguir hacia lo más profundo de los palmares caemos varias vece sobre la tierra y me siento libre y feliz  aunque dolorido el cuerpo busco un breve descanso recobrando la fuerza allí atisbo una enorme gruta en la muralla de roca que nos enfrenta nos protegeremos por un tiempo breve cualquier rastro de sangre o marca de pisada puede ser un enemigo pérfido que nos retrotraiga al infierno rendidos caemos sobre la arena seca y fría por primera vez siento paz y regocijo…

 

 

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