MIRA, ES HU La primavera ha regresado con sus sonidos de agua que cae lentamente de los árboles que derriten la nieve o el hielo, de los techos con estalactitas transparentes cual caireles de cristal, y llegan las risas y los pájaros para anidar junto a los tejados. Sin embargo siempre aparecen los granjeros a alborotar la casa con gritos y refriegas. Algunos pidiendo dinero, otros gritando que quieren más. Más parte de lo poco que queda en las haciendas despobladas por la guerra. Los mejores no han vuelto, sólo han regresado algunos tunantes con heridas extrañas, cojos, ciegos, maltrechos. Quedaron los peores, los que no servían para ir al frente y defender la tierra de sus ancestros. Los que ahora están son malos y desagradables.
No tanto como para marchitar las sonrisas de las muchachas con lindas y antiguas ropas de encajes púrpuras para las veladas de baile de sus abuelas o madres. Verás que entre los abrojos de voces cantarinas hay un duende plateado, son sueños de adolescentes que se enamoran. Son jaulas de incienso. Nada pasará para cambiar la realidad dolorosa de lo que han vivido. La guerra desterró la belleza y la esperanza se durmió en las colinas. No son hombres, son como ratas hambrientas y doloridas. Humo. Sólo humo y apesta.
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