lunes, 12 de junio de 2023

LUCÍA GOLDI 2010

 

 

            Necesito una enfermera que me ayude con mi madre. Se está muriendo.- dije a la mujer en el hospital público. ¿Nadie puede ayudarme? Con las muletas no puedo moverla, es ella o yo. Pasó un largo tiempo, y apareció un médico joven que estaba de guardia y parecía exhausto. La atendió lo mejor que pudo y recibió unas palabras de su idioma natal irreproducible. Había vuelto a su infancia, demente y malvada. Me miró con piedad y me sacó de la sala. Me explicó que estaba muy mal y que esperara lo peor. Le di las gracias y llamé a Berthe y a Roberto. Vinieron lo más rápido que pudieron. Mamá cambió de actitud, apenas oyó la voz de mi hermana.

            A mí nunca me habló si no era para maldecirme e insultarme. Yo era la culpable de todas sus desgracias. Ahora se que en mi semilla hay un futuro mejor, yo no seré como ella.

             

           

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