lunes, 12 de junio de 2023

Y EL AMOR?

 

“Sangre y laberinto



Sofía y Juan, se conocieron  en el tren. Ambos volvían del trabajo y cuando se sorprendieron mirándose, sintieron una vibración que no pudieron, ni quisieron disimular.

Habían transcurrido dos años desde que  decidieran convivir. Al principio todo brillaba alrededor. Reían juntos, compartiendo cada instante. Colgar las cortinas o improvisar una comida, con los pocos ingredientes que encontraban en la heladera, podían convertirlo en una divertida aventura.

Ella, una joven graciosa y bella, estudiante de arte, trabajaba en un estudio de diseño desde las 8:00, tratando de ganar un sueldo que le ayudara a pagar los gastos de la facultad.

Juan, un hombre educado, trabajador y muy atractivo era el compañero que Sofía había soñado para su vida. Despertar junto a él la llenaba de felicidad.

No obstante, la rutina, la falta de tiempo y las dificultades económicas, fueron transformado aquel ensueño en una pesadilla.

El carácter de Sofía fue cambiando. Pronto se transformó en un ser irritable e intolerante y Juan, mutó a   taciturno, silencioso y esquivo.

Pocas veces coincidían en algo, ya ni el sexo era un motivo  de acercamiento.

Los celos y las peleas constantes fueron invadiendo el  espacio en aquel pequeño departamento que ambos imaginaron como un nido de amor.

A veces en el fragor de la discusión, él desataba su furia golpeando con el puño cerrado la mesa o la puerta.

Las riñas fueron más frecuentes, los reproches y gritos primaron a la razón. Luego la mano apretada de Juan impactó en el rostro de Sofía. Ella secándose las lágrimas quedó muda. El,  avergonzado, no pudo reconocerse. Suplicó perdón y juró que no se repetiría, mientras besaba sus mejillas, bebiendo esa mezcla de sal y sangre.

Ella, resignó su promesa de marcharse y creyó que valía la pena darse otra oportunidad.

Sin embargo,  se repitió y quedaron atrapados en un laberinto sin salida.

Sin saber cual fue el motivo, esta noche la pelea fue más feroz. Ambos se lanzaban insultos y agravios sin medida… en un instante el cuerpo de María cayó sin vida, mientras el eco del disparo, aún retumbaba en el aire, confundiéndose  con el grito de Juan. Sus ojos desorbitados miraban el charco de flujo rojo,  que iba extendiéndose sin encontrar su límite, bajo la frágil silueta de la mujer que una vez amó.

 

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