ARBOL 1
El
Prunus Serrulata es un árbol de la
familia de los ciruelos, pero no da casi frutos y si los llega a dar, son
desagradables al gusto humano. Es un árbol que tiene la característica de tener
madera color bordó y sus hojas que según la subespecie (Nigra, Mume, Serasífera,
etc.) poseen tonalidades del verde claro hasta llegar al rojo, casi negro,
dentro de las gamas rojo bordó y ciruela. Cuando recién está desapareciendo la
nieve gracias a los primeros calorcillos de la primavera, su copa se llena de
millones de flores que van del rosa pálido al rosa intenso. Y sus pétalos que
van cayendo con la brisa, dejan sobre las despojadas zonas de pasterre una
suave alfombra de color. Los escasos frutos son ciruelitas pequeñas que sirven
de alimento a las aves. Es un árbol codiciado por los jardineros y paisajistas.
ÁRBOL 2
La
tarde caía sobre mi extraña soledad. Un rumor de pájaros crecía en el amplio
jardín de mi cabaña. El Plata asomaba con su sortilegio entre nubes violetas y
rosado intenso y yo me adormecía frente al sueño mágico del paisaje. La nieve
se había escurrido como pidiendo disculpa de tanto blanco impiadoso. El pasto
escaso de un amarillo verdoso, pedía un respiro para explotar en verdes y
fuertes e indecentes lozanías de primavera. En medio del misterio reverdecer de
la tierra, un frágil árbol estallando en delicadas gemas de rosado ciclamen y
fluidas lágrimas de seda y terciopelo rosa. Ese era el árbol que había plantado
cuando partió mi querida amiga..., ella que soñó con magnificencias de vida,
con obscenas esperanzas de futuro. Ella no había elegido esa partida y yo
indefensa, ante tanta artera injusticia y de las trampas que me prestó la
muerte, sólo con altanería había escogido enraizar un árbol. ¡No cualquier
árbol! Un Prunus, que llenaba ahora de vida mi jardín y mi desdicha. Mañana con
la luz libertina del amanecer un desafío de renuevos floridos, desquiciarían la
burlona historia de su partida. Seducir pájaros y mariposas, reclutar abejorros
y deidades del matorral inquieto, ese era el presagio de una vida en
rosas-carmesíes, rosas- dorados, rosados fuertes y débiles rosados.
Comenzó
a caer la noche y con el brillo de la luna, mi árbol se preñó de lágrimas de
plata y de cristales flamígeros, de diamantes
rituales como lágrimas, ¡ Y tan sólo eran flores!. Pequeñitas,
delicadas, perecederas. Me dormí con la frustrante sensación del olvido. ¿Habré
soñado acaso con mi amiga o fue su sombra tenue la que vino en mi sueño a
visitarme en la noche? ¡ Quién lo puede saber , es todo tan inexplicable como
ese suave manto de florcitas rosadas que apareció bajo el follaje bermellón al
otro día! .
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