domingo, 24 de julio de 2016

VIAJANDO POR CUBA- DESPEDIDA Cuento.


POR LAS CALLES DE CUBA MI IMAGINACIÓN VOLÓ SABIENDO QUE MUCHOS JÓVENES ESTUDIAN MEDICINA EN ESE BELLO PAÍS.  COMPARTO UNO.


DESPEDIDA

Lo conoció en la facultad. Él había logrado el más alto promedio de ingreso gracias a su inteligencia. Era alto ligeramente atlético, de manos y caminar refinado pero muy masculino. Tenía la expresión alegre de una juventud llena de futuro. Se enamoraron de pronto y rápidamente se relacionaron. Los verdes ojos de Alonso eran como un mar lleno de chispitas de oro y plata. Ella salió segunda en los exámenes y su tenacidad la hizo superar los pequeños escollos. No era muy bonita pero su gracia y femineidad lograron junto con su talento incendiar el corazón del muchacho. Salieron un tiempo.Un día Alonso le pidió que lo acompañara a una cafetería en el bulevar y allí le planteó sus ideas. Ella descubrió  que era terriblemente ambicioso y orgulloso. Envidiaba a todos los que tenían algo más que él. Fue la primera desilusión. Habló mucho de sus planes en el futuro. A ella no la incluía y eso la sobrecogió. Pronto llegó la despedida. Él le llevó un ramo de orquídeas, le dio un breve beso en la frente y desapareció por la ancha vereda de la Avenida de Palmeras.

            Siguió la muchacha su carrera en otra facultad en la Habana. Nunca lo volvió a ver. Era tan extraordinario su desempeño que recibió su título de médica con honores. Pronto llegaron las becas y partió al extranjero. Volvió colmada de premios. Se había embellecido con su seguridad adquirida entre sabios. Se especializó como investigadora en genética de la ceguera en infantes desnutridos. Siempre viajando para dar conferencias siguió su vida dedicada a la profesión. Era feliz. Estaba sola, soltera, pero realizada. Tuvo algunos amores que no le dejaron marcas negativas.

            Había tenido un viaje un tanto desagradable desde Washington, por largo y tedioso. El simposio donde dio su cátedra la había cansado. Había llegado a destino en su ciudad, donde desarrollaba sus experimentos. Tomó un taxi y atravesando la ciudad arribó al hotel Continental, uno de los más antiguos y cómodos. Allí tenía una habitación donde residía desde que había dejado un departamento en pleno centro para no complicarse con temas domésticos. Allí tenía una libertad total. Al tratar de abrir la portezuela del coche, una mano tremolante y sucia, lo hizo y extendiéndola, pidió unas monedas. Ella sacó un billete chico y cuando se lo estaba dando sintió su nombre en los labios del hombre. ¡Lo miró asombrada, los ojos verdes habían perdido las chispitas de oro! Un dolor agudo le penetró el espíritu y el cuerpo...cuando quiso reaccionar, él horrorizado corrió arrastrando una pierna grotesca, llagada y purulenta y se perdió entre la multitud en la Avenida de las Palmeras.

 

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