GENTE HUARPE
El blanco nos está corriendo. La madre tierra está llorando por sus
hijos perseguidos. El río, con sus fuentes elevadas en los enormes picos
nevados observa asombrado a los hombres de barba rubia, que aligeran sus vejigas en él cause y
luego beben sin cuidar la pureza de su fontanar. Nosotros los hombres de la tierra tenemos que
escondernos de su mirada esquiva. Son avaros y maliciosos. No temen al dios del
Sol, ni a la Madre
Tierra. Todo arrasan buscando provecho en metales, que el
hombre nativo no necesita sino para sus ceremonias. Algunas veces usa el oro o
la plata, a veces. Mucho es el sufrimiento del hombre de la tierra. La laguna
esconde a cada hijo con sus pequeñas majadas y apenas puede plantar la mujer su
papa y el maíz. Ya la pesca es pobre,
no alcanza para alimentar a la gente de la tierra huarpe.
Ayer, justo ayer, vino
el capitanejo con un cuero de cabrito entintado por los blancos. Quiere que
sigamos corriéndonos de nuestra tierra. Pero ya no podemos. La pesca es escasa,
y los niños y ancianos están cada vez más débiles. Hunuc Huar espera que el
hombre blanco lo respete.
Así hablaba el
Tata viejo en “El Membrillar” de los Cornejos. Hace ya muchos años. Sabe mi
amigo, Don Evaristo, el tata viejo tenía pura sangre huarpe y conocía cómo era
la vida antes. Nació en “los Morteritos” un sitio en el alto del Cordón del
Plata, contaba que su padre era un hombre de pocas palabras que un día se robó
a la niña más linda del clan que aun resistía a los blancos. El padre de “Kuruk
Hacot” lloró seis días y al séptimo se pintó la cara con ceniza y bailó bajo la
luna con sus ancestros, tomó”muday” y se desplomó en su lecho. Había perdido el
más grande tesoro que había en la tierra para él, su “llawe”. No estaba listo
para ese momento, la pequeña “Kuruk Hacot” sólo tenía once años.
El tiempo pasó
y verá, cada otoño, “Pusgualta”, el esposo de su hija bajaba al valle de
Uspallata, allí acampaba y nacían sus nietos, que hoy son muchos los que
descendemos de ellos. Pero él, el Tata viejo, aguantaba el frío. La nieve
cubría las nacientes que en primavera iniciaban el camino sagrado del maíz, el
zapallo, la quínoa ... de la vida.
El Tata era un
hombre cazador del guanaco, sólo lo hacía para comer; después vinieron los
blancos, el hombre blanco y los diezmó. Por eso ahora casi no se ven. Y le
cuento mi amigo, cuando pasó el tiempo y mi Tata viejo se fue “Hunuc Huar” la
cordillera toda comenzó a llorar. Cuentan que el Tupungato despertó en humo
negro y saltaron cenizas por los valles. ¡Tal vez sea cierto, tal vez
mentira... !
A mi padre ya
le pusieron un nombre “huinca”, su madre se había acristianado y era mestiza.
Le llamaron Justino Camañi, que en lengua huarpe significa el que cuida o hace
algo, y, él hizo mucho por todo el valle. Tuvo veinte hijos varones y doce
hembras, claro que no todos éramos de mi madre. Habían otras como era la
costumbre de los antiguos. Todos nos cuidaban y todos nos enseñaban a cazar y a
usar bien el agua, tan escasita ahora. Aprendimos de los gringos y gallegos, a
trabajar la uva, sabe. Tal vez por todo eso el hombre de estas tierras que fue
tranquilo, se afinco en el Cuyun.
Todos los
Camañi ahorita somos parientes, por parte de padre. Hay unos en San Juan, otros
se fueron para “güenosaires” y otros están de señoritos en las oficinas de los
gobernantes viviendo de arriba, sin seguir las leyes de los viejos.¡ Ay, si los
viera mi padre...! Como le decía, en “Los Morteritos” quedaron las huellas. Si
gusta lo llevo con mulas arrieras para que vea el trabajo hecho en las piedras.
Aun guardan los pozos hechos como “conanas”, el sabor de las épocas de moler el
maíz a mano. ¡ No sé si era lindo! Para las mujeres parece que era una tarea
muy dura. Contaba mi padre que su mama, viajaba detrás del Tata Viejo, con la
conana atada colgando a la espalda, tenía un ugero en forma de raya que le
atravesaba la frente. Aparte adelante mamando el hijo más pequeño y la leña y
cacharros y cestas tejidas con fibras donde cargaba otros bienes. La pobre sin
dientes, tejía en telar mantas de lana de guanaco, con pelo que ella misma se
cortaba. La espalda, contaba, tenía la forma de un cerro. Eran otros tiempos,
mi amigo.
¿ Sabe por qué
me pusieron de nombre Próspero Camañi? Porque el padre cura dijo que nombres de
demonios no aceptaba. Y ¿ Sabe como querían llamarme... “Eye Chulu Camañi” que
en lengua huarpe quiere decir “árbol fuerte que cuida”; ve que no eran tan
sabios, los curas, digo? Con haber preguntado al Tata sabría que era un buen
nombre para un hombre del Cuyun. Y me dejaron Próspero nomás, como un blanco.
Bueno, ahorita nos vamos para Vallecito, buscaremos liebres para comer mañana,
ya escasean, pero se reproducen, todavía se reproducen, por eso de la escuela
que le enseñan a los chicos de por aquí. Los maistros le dicen de eco... , sí,
eso ecología como usté dice. Vamos.
Detrás de
Próspero, don Evaristo Sánchez, profesor de historia, más que montar, salta
sobre su caballo. Viaja con un sabio, sangre huarpe y aunque es mestizo, guarda
en su memoria la memoria de sus ancestros. Tesoro esquivo para los
historiadores de cuyo, por la mala fe de algunos oportunistas que no supieron
respetar a quienes los recibieron con todo amor en sus casas en la Payunia. Trotan
entre los caminos abiertos por el ganado y el hombre, cada uno metido en sus
pensamientos. Arriba cerca del cielo, el Aconcagua sigue esperando a sus fieles
y sus hijos. La jarilla, el fique, el retortuño y la chilca, se desparraman
como en los otros tiempos. Cada paso de las bestias es un suspiro de los
espíritus que duermen a la espera ... de “Hunuc Huar”.
Vocabulario:
Papa: patata
Huarpe: nombre de las tribus del Cuyun y la Payunia.
Hunuc Huar: Dios que habita la cordillera.
Kuruc: pies
Hacot: estrella.
Muday: chicha de maíz, bebida alcohólica de maíz machacado y tostado.
Llawe: hija.
Pusgualta: cumbre del
monte.
Uspallata: nombre de un
lugar de Cuyo. Mendoza, Rep. Argentina.
Quínoa: “cinchona officinalis” quino, árbol
del que se hace una bebida medicinal.
Se utiliza mezclada con otros vegetales en cocciones y comidas.
Tupungato: volcán dormido de la región del
Cuyún. Mendoza, Rep. Argentina.
Huinca: enviado de Dios, al principio le
decían así al hombre blanco, después significó hombre malo. Vocablo de origen
Mapuche.
Camañi: el que hace o cuida algo.
Cuyun: región de la
Payunia, Cuyo. Rep. Argentina.
Arrieras: de arreo, de carga. Mulas que se usan para trasladar cargas
en la cordillera. Mulo o mular, híbrido de caballo y burra, o de yegüa y asno.
Conanas: mortero hecho de piedra que usaban para moler el maíz y otros
frutos.
Ugero: agujero.
Güenosaires: Buenos Aires, capital de la Rep. Argentina.
Eye: árbol.
Chulu: fuerte.
Aorita: ahora.
Maistro: maestro.
Usté: usted.
Aconcagua: montaña sagrada de los nativos. Mide 6800 mts. Allí hacían
enterramientos y sacrificios humanos. Hasta allí legaron los Incas con su
religión y poder. Significa Centinela de
Dios.
Retortuño: “prosopis estrombulifera” planta muy espinosa de los Andes,
cuya semilla está en una cápsula amarilla con dos miembros retorcidos. Usada
para teñir lana de tonos rosados
Fique: flaveria bidentis, planta, usada para teñir.
Jarilla: halimium umbellatum, arbusto de los Andes muy usada como
medicina y teñir de amarillo la lana.
Chilca: baccharis salicifolia, planta con flores en umbela, muy amarga
que se usaba para medicina.