lunes, 24 de abril de 2017

CUENTO SUPER CORTO

La pequeña Lorena estaba apoyada en la balaustrada del  jardín con su blanco rostro cerúleo con su leucemia que avanzaba como una artera asaltante de alegrías y esperanzas juveniles. Descalza sobre el prado, junto a la fuente que con su cascada  atrevida de frescura y los trinos gozosos de aves que se acercaban a sus pálidas manos donde reposaban semillas milagrosas de fiesta en primavera, se apoyó y observó su cabello, en realidad el reflejo de su cabeza calva le devolvió su realidad. ¡Había perdido su preciosa cabellera color rojiza y de suaves hondas! La quimioterapia  se adueña de las más profundas posesiones celulares y...mata. Yo la miraba desde mi escritorio y me deshacía en lágrimas y dolor pero apenas elevó su mirada, yo sonriendo escondí mi amargura y la llamé para que regresara y jugáramos una partida de ajedrez.
            Ese invierno fue cruel por lo frío y ladrón. Ella partió y aunque acepto la terrible prueba...

                                   "Desde aquel día, no he movido las piezas del tablero", es como si ella a través del tiempo siguiera jugando conmigo. Tal vez ella es un espíritu libre que juega entre las sombras y yo no la pueda ver.

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