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Hacia fierros, hasta sus músculos parecían bronce o piedra. Sabía que
era súper “macho”, un metro ochenta y seis, con su cuerpo bien formado. Rostro
armónico, cabello oscuro, ojos verdes. Estaba seguro que si lo hubieran
invitado para ser modelo lograría ser famoso,
pero él era muy hombre para ese tipo de cosas. Sus compañeras de oficina
le hacían todo tipo de invitaciones. Incluso las casadas. ¡Que minas
locas! Él era el que conquistaba.
Un día que cambió de horario en el gimnasio, conoció a Regina, una mujer poco agraciada pero de un
espíritu maravilloso y pasó lo inusitado: se enamoró. Ella era solitaria,
inteligente y alegre.
La vida comenzó a ser un
privilegio: viajes, cenas en lugares mágicos, paseos a lugares novedosos. Pero
un día pasó lo inesperado. Apareció el ex marido de Regina que sacó un arma y
desrajó un balazo en el rostro bellísimo del muchacho.
Ella lo amó hasta hacer que el hombre se transformara en un niño, el
amor estrechó su vida hasta ahogar la esperanza.
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