¿Refugio, le pongo el hermoso
vestido que usó aquella vez? Esa noche
Almendrita no quería ir, Amorcito Reyes la obligó. Le prestó el vestido. Un
ángel envuelto en gasa celeste. ¡Acuérdate! De repente se vio coronada con
flores y una bandera; la besuqueaba Don Teófilo Villares, el Juez. Aplaudían a
la “Reina” y ella aturdida, no entendía. ¡Almendrita es más inteligente y
hermosa!, decían. Pronto se vio asediada por el Eligio, hijo del nauseabundo “Juez”.
Bombones, rosas, alhajitas y chucherías. La embaucó, ella estaba enamorada como
burra en primavera. Él la embarazó y comenzó el delirio. Primero golpes,
gritos, insultos y agravios. Humillada se escondió de todos, incluso de su
familia. ¡Ah, la maquillaré! Lástima, tan bonita, ayer la encontraron en un
pastizal muerta. El bebé destrozado a dentelladas por las alimañas. El Juez y
familia viajaron a Tahití. ¡El funeral
será mañana, no estarán! ¿Por casualidad investigarán?
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