viernes, 13 de noviembre de 2020

UNA HISTORIA DE ANTAÑO

            A Eduviges la casaron con catorce años. El marido era un anciano que poseía muchas tierras. En esa época, el hambre y las guerras diezmaban los poblados. Lloró hasta quedarse sin voz. Sus suaves gemidos no condolieron al marido que tenía treinta años más que la muchacha.

            Tuvo trece hijos, cinco mujeres y ocho varones. El “señor” de la casa era bastante generoso con su familia. Salía de caza con los muchachos desde que cumplían los ocho años y les enseñaba a usar el arco y la flecha para matar ciervos y conejos. La cacería era el juego de los niños. Eduviges bordaba junto a sus hijas frente a una enorme chimenea, pero el frío se colaba por las hendiduras que tenían las paredes de piedra de la casa. Ese invierno fue extremadamente cruel. La nieve había tapado el campo y los animales que no estaban protegidos en graneros, morían. Los campesinos sufrían y una enfermedad asoló las aldeas vecinas y los campos. Las servidoras de la casa, enfermaron y transmitieron el mal a las muchachas que fueron presa de fiebres y a pesar de las sangrías se fueron muriendo una a una. Luego les llegó a los hijos. Así con 32 años Eduviges quedó viuda y sin hijos. Sola y triste pensó que su vida no tenía sentido.

            Un día de primavera pidió el birlocho para ir al mercado. Uno de sus servidores le rogó que no fuera, que la peste azotaba la región, pero ella nada tenía que perder y exigió que la acompañaran. Dos de sus nuevas ayudantes, muchachas muy jóvenes, la siguieron. Cuando llegó a la plaza y vio a la gente en los portales, hambrientas y doloridas, se puso tan triste que dispuso que su enorme fortuna se distribuyera entre los pocos aldeanos sanos o enfermos.

            Así con la ayuda de unos monjes que habían llegado desde muy lejos y la gente que vio en ella a una salvadora, comenzó la tarea de reconstruir el poblado.

            Han pasado cientos de años. En la plaza de una floreciente y bella ciudad de Babiera hay una enorme estatua de esa frágil mujer que fue inspiración de un puñado de hombres valientes de su época.


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