Lo vi pasar con su patineta bajo el brazo. El pelo larguísimo le tapaba la espalda y la cara. ¿Cómo puede ver con ese cabello tan largo? Siempre viste de negro. Lleva zapatos con altos tacos de goma y un sobretodo de cuero hasta los tobillos. Llueva o el sol derrita la vereda, siempre usa ropa larga y oscura. Un día de viento le vi bien la cara. Es tan pálido que parece un fantasma.
No habla con nadie. Va
y viene con su patineta y ese día vi que tenía unos extensores en las orejas
con forma de garras de animales salvajes. Está todo tatuado en negro. Mamá le
tiene miedo. Dice que debe ser “Satánico”. Yo creo que es un cobarde que se
esconde de la realidad.
Tengo doce años y a
veces pienso que es un ídolo como los del rock y otras que es un payaso. Un día
que pasó y me miró con unos ojos pintados como mujer, le saqué la lengua. ¡Qué
infantil! Me puteó. Yo me quedé riendo hasta que lo vi desaparecer por la calle
con su patineta veloz.
En la farmacia de la
otra cuadra, le contaron a mamá que es hijo de una profesora de la universidad,
que la abandonó el marido y que no sabe qué hacer con su hijo. Mi mamá supo
allí que se llama Benjamín y que no estudia. Que vive casi siempre en la noche
y parece, parece que se droga. Nadie sabe bien. Mamá trató de defenderlo. ¡Es
un pobre chico! Y se le rieron.
Yo creo que es un pobre
infeliz, no tiene otra cosa que su patineta y el disfraz de “Drácula” en pelo
largo. Tengo que estudiar y después me voy a ir a jugar fútbol en la canchita
de la escuela.
Cuando regresé del
partido, vi una ambulancia en la casa de mi vecino. Me acerqué a ver. Lo han
atropellado a mi vecino y está gravísimo. Su mamá llora mucho.
Mi madre se acercó a
ofrecerle ayuda. Ella se abrazó y le agradeció. Pero dijo que los médicos le
han diagnosticado que quedará “aparaplejo” o algo parecido. Yo encontré la
patineta llena de sangre en la vereda de la esquina, rota y la recogí. Se la di
a la madre y siguió llorando peor. Un policía me dijo: ¡Estos idiotas se hacen
los vivos y terminan hechos puré! Vos pibe aprendé.
Un señor que manejaba
el camión que lo atropelló, dice que venía con la patineta tan rápido que se le
cruzó y no lo pudo evitar. “Ese chico se quería matar”. “Ese chico se suicidó”.
Yo no soy culpable. Igual se lo llevaron preso y mi vecino… bueno, mi vecino no
podrá usar más la patineta.
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