Era igual y diferente a la que vive en mi memoria
Las paredes parecen más estrechas, como abrazando
mi inexistente cintura, ya perdida entre pañales y llanto.
Blanca al sol que relumbra entre las piedras.
Silenciosa. Sin escusa de presencia amorosa. Olvidada.
Un espíritu atraviesa las paredes tranquilas.
Tal vez, un duende juega en los cajones de cedro.
Tal vez un fantasma se ríe en las habitaciones vacías.
Tal vez sea la presencia cuidadora que esconde
su mirada chispeante y distinguida. Caminé sus mármoles,
Abrí sus puertas y todo describía silencio y soledad.
Hoy esperé un susurro de esa risa contagiosa de otrora,
no la hubo. Está vacía. Transformada en extraña,
casa nuestra, nido- amparo, de nuestras esperanzas.
Las rejas dormían, somnolientas se veían las puertas
Hoy estuve allí y espero no tener que volver.
Esa fue la casa enclavada en lo que fuera la tierra
herencia de mis ancestros paternos. Es tiempo. Olvido.
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