No sé…
Como se abre el centro oscuro de la fruta para expulsar saetas sin sentido.
Claramente hieren las espinas el nombre de un suspiro que se quiebra en las encías del poniente.
Y la lengua sajada de la noche roja.
No sé… si en este invierno el esqueleto de una flor queda palpitando un sabor de óxido salobre.
Tal vez enseña una panoja de azul violeta en su destino de pequeños escarabajos negros sin favor de sombras.
No sé si habrá una “era” tapizada de cabezuelas espinosas donde brinquen los domingos asoleados una picada abierta entre cardones con ojos de niños asombrados.
No sé si sirve este desquite de la tierra transformando la humilde belleza en calavera para empujar disimuladamente una flor hacia el infierno.
No sé porqué está aquí… con su trágica belleza.
No sé si sirve en el recuerdo de un tiempo de pobreza o de opulencia
No sé… no sé… lo siento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario